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Los mayores paladines de Israel se enorgullecen de apoyar a un país
floreciente basado en el supuesto ingenuo de que respeta la democracia y
los derechos humanos. Pero, ¿saben los que llaman a Israel la "la
nación del milagro económico" y la "única democracia de Oriente Medio"
cuán enredado está el Estado judío en la venta de armas a los violadores
en serie de los derechos humanos?
La sombría relación de
Israel con regímenes tiránicos de la que el mundo se enteró el domingo
por la mañana cuando el ministerio de Relaciones Exteriores anunció la
objeción a una nueva enmienda a una ley que restringiría las ventas de armas israelíes a los países involucrados en violaciones de los derechos humanos.
La ley de la supervisión de las exportaciones del ministerio de
Defensa, aprobada en 2007, obliga al ministerio a consultar al
ministerio de Relaciones Exteriores antes de vender armas a un país
extranjero. De acuerdo con la enmienda -patrocinada por las diputadas de
Meretz, Zehava Galon y Tamar Zandberg- el ministerio de Relaciones
Exteriores tendría un poder casi total de veto sobre la venta de armas,
siendo el gabinete de seguridad la única autoridad para anular la
objeción del ministerio.
Según la autoridad legal del
ministerio, el monitoreo de las violaciones de los derechos humanos
perpetradas por las fuerzas de seguridad extranjeras son "importantes y
merecen una atención continua del ministerio de Asuntos Exteriores y de
todos los organismos que participan en la supervisión", pero no es lo
bastante importante para legislar esta ley.
¿Entonces por qué
la oposición del ministerio de Relaciones Exteriores? El objetivo de la
ley original era permitir que el ministerio actúe como freno para los
traficantes de armas que probablemente prefieren hacer la vista gorda a
las implicaciones de los acuerdos que hacen. En momentos en que el
nombre de Israel no es exactamente sinónimo de los grandes defensores de
los derechos humanos, uno esperaría que su Gobierno haga mínimamente
eso -aunque sea por el bien de la apariencia exterior– es decir, hacer
un esfuerzo concienzudo de garantizar que las armas israelíes no
terminen en las manos equivocadas.
No es solamente a la
posición actual de Israel en el mundo a la que debería afectar esa
decisión. El Estado suministró -y sigue haciéndolo- armas a algunos de
los peores violadores de los derechos humanos imaginables. En una
reciente entrevista de Ayelett Shani del periódico Haaretz, Liliy Traubman, de origen chileno, describió sus esfuerzos
para exigir la divulgación de las relaciones de los organismos de
seguridad de Israel y su cancillería con el brutal régimen de Augusto
Pinochet, responsable del secuestro, el asesinato y la tortura de
decenas de miles de ciudadanos, incluyendo la de su padre.
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