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terça-feira, 10 de novembro de 2015

"¿Podemos aprender algo del ejemplo griego?"





-Claramente no. El proyecto europeo se ha transformado en una camisa de fuerza para las poblaciones. No hay más un margen de maniobra que permita a un gobierno elegido democráticamente poner en práctica políticas al servicio del interés general y que al mismo tiempo respeten las normas europeas. Efectivamente, los diferentes tratados y la arquitectura institucional en la que se enmarcan —el Parlamento Europeo, la Comisión Europea, los gobiernos nacionales y el Banco Central Europeo— articulan un marco tremendamente jerarquizado y coercitivo que deja cada vez menos lugar al ejercicio de la autonomía, en otras palabras a la democracia y a la voz de la ciudadanía. Y hemos tenido un buen ejemplo con Grecia. En enero de 2015, el pueblo griego había llevado al poder a un gobierno con un programa de ruptura con las políticas de austeridad que habían sido un rotundo fracaso. Ese mismo pueblo se reafirmó en su rechazo a las políticas de austeridad en el referéndum del 5 de julio de 2015. Semejante desafío no hizo más que exacerbar la obstinación de las diferentes instituciones europeas en evitar que la voluntad popular se concretara. E incluso, eso se dijo claramente. En sus declaraciones, Jean-Claude Juncker expresó que el referéndum no era pertinente. Según los dirigentes europeos, la vía de las políticas europeas ya está trazada por la Comisión y el eurogrupo, y no existe ninguna posibilidad de salirse o desviarse de la misma.

-¿Por qué pasa eso? ¿Realmente estamos dentro de un círculo vicioso?
-La propia construcción de Europa, es decir la adhesión a los tratados y la propia concepción del funcionamiento de las instituciones, lleva a restringir al mínimo el funcionamiento democrático. Por otro lado, las grandes empresas privadas ejercen un lobby extremadamente poderoso sobre la Comisión y el Parlamento, incitándolos a que tomen decisiones que favorezcan los intereses particulares de dichas empresas. A la cabeza del BCE está Mario Draghi, quien era uno de los estrategas de Goldman Sachs para toda Europa. Es una situación emblemática en la que las grandes empresas privadas europeas consiguen colocar en posiciones de poder a personas que salen de su medio, o tienen jefes de Estado y altos funcionarios para que adopten medidas que priman sus intereses. Un sistema semejante se acerca mucho a un sistema oligárquico, en el que algunos pocos imponen sus decisiones y definen políticas al servicio de una pequeña minoría.

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