El hecho de haber estado en Grecia antes y después de las últimas
elecciones y de haber leído la mayoría de los comentarios escritos sobre
ellas en el extranjero (aunque también algunos escritos en Grecia) me
produce una sensación de asombro, de discrepancia, hasta el punto de que
me pregunto si estos textos hablan verdaderamente del mismo
acontecimiento que acabo de presenciar. Supongo que no debería
sorprenderme ya que la situación que estamos viviendo es extremadamente
multifacética e inédita, y los modelos de los que disponemos para
analizarla y explicarla no son adecuados. Así pues, en este texto no
pretendo ofrecer la “auténtica verdad” o la “imagen total” como opuesta a
una “falsificación”, sino que trataré de proporcionar una punto de
vista adicional desde el que leer esta complejidad.
En vista del resultado de las elecciones muchos comentaristas parecen expresar un sentimiento de desesperación por lo que consideran un “asunto macabro que llevó al funeral del primer gobierno de izquierda radical de Europa en una generación”». Otros, que no desean ceder al pesimismo, tratan de ahondar en la aritmética y las cifras electorales, y mencionan el alto índice de abstención para demostrar que “los medios se equivocan al presentar la victoria de SYRIZA como la ratificación de la austeridad por parte del pueblo griego” [1]. De hecho, es equivocado, pero no por la razón antes mencionada. Ambas versiones, tanto la “pesimista” como la “optimista”, se basan en la lectura literal tanto de las cifras electorales como de los objetivos y programas declarados de los candidatos. Pero eso no es todo. Hay que tener en cuenta que en política (como en todo) gran parte de la comunicación se lleva a cabo tácita o indirectamente, incluyendo la comunicación que consiste en que “el pueblo expresa su voluntad soberana”, especialmente ahí. En política también funciona algo denominado intimidad cultural (según un término acuñado por el antropólogo Michael Herzfeld, que durante muchos años investigó precisamente en Grecia) [2]. El término intimidad cultural es un término rico y delicado, pero en este artículo lo utilizaré para indicar este subtexto generalmente invisible que complementa y posiblemente transforma/altera lo que se dice abierta y públicamente.
En modo alguno hablo de algo místico o sobrenatural. La intimidad política también se puede expresar en cifras, siempre que planteemos las preguntas correctas. Entonces muchas cosas pueden parecer diferentes según adónde decidamos dirigir la mirada. Por ejemplo, inmediatamente antes de las elecciones una agencia de encuestas (no griega) planteó algunas de las preguntas correctas a las personas encuestadas en una encuesta de opinión en Grecia. Una de estas preguntas: “¿Cree usted que se debe implementar el Memorando de Entendimiento entre Grecia y las entidades crediticias?”. Estos son los resultados que obtuvieron, considerados “sorprendentes” por la propia agencia:
En vista del resultado de las elecciones muchos comentaristas parecen expresar un sentimiento de desesperación por lo que consideran un “asunto macabro que llevó al funeral del primer gobierno de izquierda radical de Europa en una generación”». Otros, que no desean ceder al pesimismo, tratan de ahondar en la aritmética y las cifras electorales, y mencionan el alto índice de abstención para demostrar que “los medios se equivocan al presentar la victoria de SYRIZA como la ratificación de la austeridad por parte del pueblo griego” [1]. De hecho, es equivocado, pero no por la razón antes mencionada. Ambas versiones, tanto la “pesimista” como la “optimista”, se basan en la lectura literal tanto de las cifras electorales como de los objetivos y programas declarados de los candidatos. Pero eso no es todo. Hay que tener en cuenta que en política (como en todo) gran parte de la comunicación se lleva a cabo tácita o indirectamente, incluyendo la comunicación que consiste en que “el pueblo expresa su voluntad soberana”, especialmente ahí. En política también funciona algo denominado intimidad cultural (según un término acuñado por el antropólogo Michael Herzfeld, que durante muchos años investigó precisamente en Grecia) [2]. El término intimidad cultural es un término rico y delicado, pero en este artículo lo utilizaré para indicar este subtexto generalmente invisible que complementa y posiblemente transforma/altera lo que se dice abierta y públicamente.
En modo alguno hablo de algo místico o sobrenatural. La intimidad política también se puede expresar en cifras, siempre que planteemos las preguntas correctas. Entonces muchas cosas pueden parecer diferentes según adónde decidamos dirigir la mirada. Por ejemplo, inmediatamente antes de las elecciones una agencia de encuestas (no griega) planteó algunas de las preguntas correctas a las personas encuestadas en una encuesta de opinión en Grecia. Una de estas preguntas: “¿Cree usted que se debe implementar el Memorando de Entendimiento entre Grecia y las entidades crediticias?”. Estos son los resultados que obtuvieron, considerados “sorprendentes” por la propia agencia:
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