Los soldados israelíes se han acostumbrado a sentirse heroicos
dentro de sus aviones, tanques y jeeps blindados, pero ahora están
muriendo de miedo cuando la venganza irrumpe.
Cuando se
trata de valentía y audacia, los jóvenes manifestantes palestinos
derrotan a los soldados israelíes y la policía de fronteras. Están
armados con agilidad, rapidez y kufiyas que cubren sus rostros.
Están armados con piedras y cócteles molotov mientras los soldados –con
sus ejercicios militares- están armados y protegidos con vehículos
blindados, drones, cascos, armas mortales de diversos tipos y gases
lacrimógenos venenosos contra la valentía de los jóvenes palestinos y es
aquí donde la cobardía de los soldados israelíes se expone.
Ellos se han acostumbrado a sentirse fuerte y heroicos en sus aviones,
tanques y jeeps blindados, en su detenciones y salas de interrogatorios y
torres de observación con equipos sofisticados, en sus robos nocturnos
en las casas y tirando a los menores de sus camas.
Frente a la kufiya, las piedra y los cóctel molotov están perdidos, insultados. Entonces la venganza estalla.
Usted, lector israelí, debería liberarse un poco de la dieta mediática
israelí que plantea la situación de manera superficial; usted debe
liberarse del lenguaje de los patrones de los "desórdenes y disturbios
civiles".
En su lugar, vea los videos no censurados desde el
campo de "batalla": los soldados en jeeps corriendo a manifestantes aquí
y allá, un soldado rociando gas lacrimógeno a quemarropa a los ojos de
médicos que venían a evacuar a los heridos. Soldados sentados sobre un
propietario de una tienda que traía sus mercancías en medio de los
enfrentamientos y lo patean en una orgía de sadismo.
La violenta cobardía de los soldados israelíes va in crescendo
bajo las órdenes de la dirigencia política-militar. Es parte del
servicio obligatorio en un ejército cuya función principal es la defensa
de la expansión colonialista.
La valentía y la audacia de los
palestinos están en contra de su voluntad, viene forzada por la
dominación extranjera que se ha abatido sobre ellos. Este valor se pasa
por ósmosis de generación en generación mientras perduren y no se
remuevan las razones que los obligan a estos actos. Y los adultos miran
con asombro a los jóvenes. Casi se han olvidado que alguna vez fueron
como ellos.
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