Passos Coelho y Portas saben que su gobierno será rechazado por el
parlamento. Saben también lo que tienen que hacer después: van a jugar
la carta de la victimización y a protestar contra la perfidia que los
sacó del gobierno. Si todo les sale bien, harán olvidar el
empobrecimiento que impusieron a Portugal y se presentarán a las
elecciones como políticos magullados por el desprecio popular, pero
dispuestos, a pesar de todo, a salvar al país. Si todo les va mal, la
patria se librará de ellos, y en realidad sólo lo sentirán ellos mismos.
Para
conseguir tan alto objetivo, han diseñado una hoja de ruta (como se
dice ahora) y tienen que llevarla a cabo. La aplicación de la hoja de
ruta ya comenzó con la campaña electoral: camuflar las cuentas y
atenerse firmemente a la narrativa (pero esto puede degenerar, como
ocurre con el déficit de 7% y el episodio grotesco en plena campaña
electoral de anunciar la "devolución" del 35% de la sobretasa, que ahora
después de todo ya es solamente del 9%, lo que viene a ser nada). Hasta
aquí, todo más o menos, pero a pesar de ello perdieron 750 000 votos y
con ellos la mayoría. El resto del plan era presentar un gobierno como
si no hubiera mañana, contar con el descaro del Presidente de la
Republica y crear un entorno institucional para sobrellevar la crisis
política, confiando que del lado del PS sólo hubiera la misma inepcia
que demostró en la campaña electoral.
Ahora el plan está a punto de descarrilar. El Presidente se armó de una prosapia que no conmovió al pueblo.
Por el contrario, el electorado, astuto, sabe que en estas cosas de
Belén y San Benito quien más grita es quién tiene más que perder. El PS
salió de su confortable estupor y está haciendo gala ahora de la
frialdad que no supo tener a la hora de contar los votos. Pero, lo peor
de todo, el gobierno apoyado solemnemente por el Presidente, que debería
estar formado por una élite respetable, con una impresionante capacidad
técnica, la reserva señorial de la República todos tan arregladitos, ha
acabado siendo una balsa salvavidas de gente que quiere verse libre de
esta molestia cuanto antes.
Para alivio general saldrán los que
deseaban verse por fin libres (Justicia) y los más impresentables, que
pronto serán olvidados (Educación e Interior), se escaparon los que
tienen negocios que concluir y puestos administrativos de oro donde
aposentarse (Economía y Sanidad), se quedarán los que esperan medallas
el 10 de junio y luego se irán en paz a casa (Relaciones Exteriores) y
se promovió a los que no había más remedio porque no había otros en su
lugar (Asuntos Parlamentarios, Sanidad). Se decoró con clase a una
Ministra de Cultura que nada despachó y que solo estuvo en comisión de
servicio.
Pero esto no llega a comité electoral, y mucho menos a
gobierno político y combativo, capaz de resolver el lío de cuentas que
han dejado los anteriores gobiernos de Passos y Portas, y convencer al
país de que sin él, el trigo crece para abajo. Los caballeros no se
presentaron, la élite no contestó al teléfono en sus oficinas, los
dignatarios del partido se escondieron, nadie quiere saber nada de la
hoja de ruta: que se quemen otros a fuego lento.
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