La mayor parte de las discusiones que tienen que ver con el ISIS, el
autoproclamado Estado Islámico, giran alrededor del siguiente objetivo:
El mismo que los romanos decidieron respecto a su poderoso enemigo “Delenda Cartago” (Hay
que destruir Cartago). A primera vista, esta parece una respuesta más
que obvia; la única respuesta. El ISIS está perpetrando atrocidades
masivas a gran escala. Es agresivamente expansionista. Su interpretación
del Islam es brutalmente sesgada y virulentamente tóxica. El grupo
planea ataques violentos contra una larga lista de actores tanto locales como globales, y resulta muy obvio que cuenta con medios para llevarlos a cabo.
Considerando
ese listado, quizá pueda entenderse que lleguemos a la misma conclusión
que los romanos. Sin embargo, a diferencia de la aniquilación que Roma
consiguió llevar a cabo, “destruirles” no es posible en este caso. Las
mayores amenazas que el ISIS plantea no se derivan de la fuerza de las
armas, no están motivadas por la fuerza de las armas, e incluso si el
grupo despareciera de la mañana a la noche, las amenazas seguirían
estando ahí presentes.
¿Desalentador? Sí. Pero no es una situación imposible, hay muchas cosas que pueden hacerse.
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