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sábado, 26 de dezembro de 2015

Los hilos mediáticos del África al sur del Sáhara

Quién controla a los medios de comunicación es una cuestión que pasa desapercibida. Y no es casual. La respuesta atenta directamente contra las estructuras de poder que están reforzadas por los agentes publicitarios que, a su vez, sostienen las radios, televisiones, periódicos y el propio internet. La apariencia de un abanico amplio de opciones para informarnos nubla una realidad que ataca directamente a la democratización de los contenidos y al ejercicio de la propia profesión que desde hace tiempo ha sustituido sin ningún escrúpulo la máxima de informar por la de vender. Antes, esta variable estaba de alguna forma encubierta, pero el capitalismo monopolista no tiene espacio para distracciones.
El ecosistema actual de medios del continente africano es vibrante. En algunas ciudades donde hace apenas una década (antes de la ola de liberalizaciones de los años noventa) había aproximadamente tres o cuatro periódicos y una radio (la del gobierno), hoy cientos de empresas compiten por hacerse un hueco. La población consumidora africana está más conectada por la accesibilidad de teléfonos móvil desde los que llamar, chatear, tuitear o incluso pagar. Aunque el acceso sea asimétrico.
Dos ejemplos: actualmente hay unos doscientos periódicos en la República Democrática del Congo (RDC). Algo parecido sucede en Nairobi, capital de Kenia, en la que cientos de personas dedicadas a la venta ambulante moldean el paisaje urbano con periódicos bajo el brazo en varias lenguas: inglés, suajili, kikuyo, luo o árabe. Al mismo tiempo, el continente ha visto cómo hombres (sobre todo, hombres) lideran grandes conglomerados mediáticos que controlan la mayor parte del contenido que se genera. Algunos de estos ejemplos serían el sudafricano Koos Bekker, el tanzano Reginald Mengi o el nigeriano Raymond Dokpesi.

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