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segunda-feira, 14 de dezembro de 2015

El asedio de Gaza es un cruel fracaso político

Cuando Egipto decidió abrir el cruce fronterizo de Rafah que lo separa de Gaza durante dos días, el 3 y 4 de diciembre, en la depauperada Franja casi podía palparse un sentimiento de moderado alivio. Es cierto que 48 horas era un plazo apenas suficiente para que decenas de miles de enfermos, estudiantes y otros viajeros salieran o regresaran a Gaza, pero la idea de que iba a haber un respiro ayudó a romper, aunque fuera levemente, la sensación de cautividad colectiva experimentada por los atrapados palestinos.
Desde luego que la crisis por el cierre de Rafah no va a resolverse apenas con una única decisión transitoria, sobre todo porque Gaza está bloqueada por razones políticas y sólo una estrategia política sensata puede poner fin al sufrimiento en la Franja o, al menos, disminuir sus horrendos impactos.
Los palestinos hablan con rabia del asedio israelí contra Gaza, una realidad que la hasbará oficial israelí y las distorsiones de los medios no pueden contrarrestar. De hecho, no sólo es mucho peor que un bloqueo como conjunto de restricciones económicas, se trata de un proceso violento y constante que intenta por todos los medios maltratar y castigar a una comunidad de 1,9 millones de seres humanos. Sin embargo, el cierre por parte de Egipto del cruce fronterizo de Rafah, que tanto ha contribuido al “éxito” del asedio israelí, apenas se discute dentro de ese mismo contexto como lo que es ante todo: una decisión política.
En un acuerdo sobre la frontera, que al parecer se firmó a mediados de noviembre entre el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y el presidente de Egipto, Abdul Fatah al-Sisi, ambas partes se mostraban bien dispuestas e imperturbables respecto a la tragedia que no deja de crecer al norte de la frontera egipcia.
Las “actividades” que se llevaban a cabo cerca de Rafah perseguían “asegurar la frontera”, dijo Sisi a Abbas, según un comunicado de prensa emitido por la oficina del presidente egipcio. Tales actividades “no van a significar nunca un perjuicio para los hermanos palestinos de la Franja de Gaza”.
El término “actividades” se refiere aquí a la demolición de los miles de viviendas existentes en las proximidades de los doce kilómetros de frontera entre la población de Rafah en Gaza y la Rafah egipcia, además de la destrucción e inundación de cientos de túneles que han servido de salvavidas esencial para el sustento de Gaza a lo largo del asedio israelí durante la mayor parte de la última década.

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