Dieciséis años y catorce días. Ese fue el tiempo que Yassin al-Haj
Saleh estuvo encarcelado en las celdas de Asad padre. Sin embargo, el
escritor sirio no es un hombre roto, a pesar de que su esposa y su
hermano desaparecieron hace tres años secuestrados por islamistas
radicales. Ni siquiera ahora, que Alepo está en ruinas. “En la cárcel,
me volví inmune a la desesperación”.
Nuestra entrevista termina
cuando Yassin al-Haj Saleh, de 55 años, tiene que subir al escenario. El
escritor sirio ha sido invitado a Bruselas por el European Endowment
for Democracy. Mientras las bombas caían inmisericordes sobre Alepo –la
ciudad donde estudió Medicina hace mucho tiempo-, ha venido a Bruselas
para pedir atención hacia la única parte en este conflicto que está
siendo constantemente olvidada: el pueblo sirio. Pero antes, quiere
decirnos algo más.
“En esta última hora, he notado que
esperabais que tuviera respuesta para todas las preguntas posibles”,
dice, ya desde la puerta. “Es algo que me sucede habitualmente: como soy
sirio, la gente piensa que lo sé todo sobre este conflicto. Pero cada
vez es más difícil explicar lo que sucede sobre el terreno. Lo que hay
en mi país no es una guerra civil. Se ha convertido en un complejo
conflicto internacional en el que participan decenas de países”. Levanta
las manos. “No tengo todas las respuestas”.
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