Los anuncios de turrón deberían incluir después una leyenda que dijera
algo así: “Las autoridades turronarias advierten de que las mujeres
pueden sufrir consecuencias sociales muy graves si se pasan con la dosis
recomendada. En este mundo, las gordas son despreciadas y
ridiculizadas”.
Al pan, pan y al vino, vino; pero sin pasarse, claro. Llegó enero y esa cuesta de la que todo el mundo habla parece estar pensada para que bajemos los kilos que nos sobran después del atracón de Navidad. Este tema, motivo de risas para muchos, puede llegar a convertirse en un problema de primer orden para otras: las que crecemos y vivimos con pánico a estar gordas y, por tanto, desplazadas en esta sociedad en la que la aceptación pasa por responder a unos cánones de belleza muy determinados.
Al pan, pan y al vino, vino; pero sin pasarse, claro. Llegó enero y esa cuesta de la que todo el mundo habla parece estar pensada para que bajemos los kilos que nos sobran después del atracón de Navidad. Este tema, motivo de risas para muchos, puede llegar a convertirse en un problema de primer orden para otras: las que crecemos y vivimos con pánico a estar gordas y, por tanto, desplazadas en esta sociedad en la que la aceptación pasa por responder a unos cánones de belleza muy determinados.
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