Mal haríamos en considerar el escándalo que conmociona al país en las
últimas semanas por el reparto masivo de coimas realizado por la empresa
brasileña Odebrecht, a un vasto número de políticos y funcionarios
públicos de los últimos cuatro (Fujimori, Toledo, García y Humala)
gobiernos, como un asunto puntual, coyuntural, específico, ligado a la
maldad de algún representante local y a la ligereza de algunos
individuos. La dimensión del problema nos hace ver, por sí sola, que se
trata de un tema estructural, de funcionamiento del sistema económico y
político que no se va a solucionar con medidas de carácter inmediato.
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