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quarta-feira, 11 de janeiro de 2017

Los demócratas están jugando con fuego

A dos meses de la derrota electoral de Hillary Clinton, el mensaje más representativo de los congresistas demócratas es "echarle la culpa a Rusia". Los líderes del partido han redoblado la apuesta por una estrategia que no les dió buenos resultados durante la campaña presidencial: tratar de atar el Kremlin al cuello de Donald Trump.
Con más interés en las tribunas de los medios de prensa que en dialogar directamente con los votantes afectados por la crisis económica del Rust Belt* y de otras regiones que le dieron la presidencia a Trump, los jerarcas demócratas prefieren usar a Vladimir Putin como chivo expiatorio que analizar por qué perdieron contacto con la clase trabajadora. Mientras tanto, la creciente retórica incendiaria contra Rusia es extremadamente peligrosa. Podría conducir a una confrontación militar entre dos países que poseen miles de armas nucleares.
El jueves pasado en la audiencia del Comité del Senado sobre Servicios Armados, Jack Reed, congresista demócrata por el estado de Rhode Island, denunció “el rechazo de Rusia al orden internacional post-Guerra Fría y las acciones agresivas contra sus vecinos”, y condenó a “un régimen cuyos valores e intereses son incompatibles con los nuestros”. Este tipo de oratoria enorgullecería a gente como John Foster Dulles o Barry Goldwater**.
Como muchos otros senadores del comité, Reed parece muy entusiasmado con otra Guerra Fría mientras dispara acusaciones de agresiones cibernéticas. “Además de robar información del Comité Nacional Demócrata (DNC, según sus siglas en inglés) y de la campaña de Clinton, y seleccionando qué parte sería filtrada a los medios, el gobierno ruso también ha creado y difundido noticias falsas y conspiraciones a través del vasto mundo de los medios sociales”, dijo Reed.

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