Footprints - Praia do Castelejo, Vila do Bispo, Algarve

quinta-feira, 3 de dezembro de 2015

Olviden el ISIS, la humanidad está en juego

Todavía recuerdo ese aspecto petulante en su rostro y después los comentarios como si tal cosa que hicieron reír con ganas a los periodistas occidentales. “Ahora les voy a enseñar una foto del hombre más afortunado de Iraq”, dijo el general Norman Schwarzkopf (conocido como ‘ Stormin ’ Norman) en una rueda de prensa allá por 1991 mientras mostraba un vídeo de un bombardeo estadounidense que destruía un puente iraquí segundos después de que un conductor iraquí lograra cruzarlo.
Pero entonces, en 2003, siguió una invasión y guerra mucho más injusta, después de un asedio que duró una década y costó a Iraq un millón de sus niños, además de toda su economía.
Aquello marcó el final de la sensatez y la disipación de toda ilusión pasada de que Estados Unidos fuera amigo de los árabes. Los estadounidenses no solo destruyeron la pieza central de nuestra civilización y de nuestra experiencia colectiva que habían durado siglos, sino que disfrutó degradándonos en ese proceso. Sus soldados violaron a nuestras mujeres con obvio deleite. Torturaron a nuestros hombres y posaron en fotos con los cuerpos muertos y mutilados, unos recuerdos para prolongar la humillación durante la eternidad, masacraron a nuestro pueblo y lo explicaron en términos refinados como daño colateral necesario e inevitable, volaron nuestras mezquitas e iglesias, se negaron a aceptar que lo hecho en Iraq a lo largo de veinte años constituye posiblemente crímenes de guerra.
A continuación expandieron su guerra y la llevaron tan lejos como podían alcanzar los bombarderos estadounidenses, torturaron y arrastraron a sus prisioneros a bordo de grandes barcos argumentando astutamente que la tortura en aguas internacionales no constituye un crimen, colgaron a sus víctimas en cruces y las fotografiados para entretenimiento futuro.
Sus artistas, expertos mediáticos, intelectuales y filósofos hicieron carrera diseccionándonos, deshumanizándonos, despreciando cuanto nos es querido; no se libró un solo símbolo, profeta, tradición, valor o conjunto de conductas. Cuando reaccionamos y protestamos por desesperación, nos censuraron aún más por ser intolerantes al no apreciar el humor ante nuestra desaparición, utilizaron nuestros gritos airados para poner aún más de relieve su sentimiento de superioridad y nuestra humildad impuesta.
Afirmaron que fuimos nosotros quienes empezamos todo. Pero mintieron. Fue su redomado y exagerado sentimiento de superioridad lo que les hizo considerar que el 11 de septiembre de 2001 era la inauguración de la historia. Carecía de importancia todo lo que nos habían hecho, todas las experiencias coloniales y la interminable carnicería de personas morenas y negras, de cualquier hombre o mujer que no tuviera su aspecto o mantuviera sus valores.

Sem comentários:

Enviar um comentário