Mire a su alrededor con precaución. Quizá tenga a alguno cerca de usted y no se haya percatado. En su trabajo, en su familia, tal vez en su grupo de amistades, o quizá pueda serlo usted mismo. La figura del negocionista está en boga aunque aún no se le había puesto nombre por su conocida y temida habilidad de camuflarse cual gattopardo. Su apetito voraz de recursos –los que dice defender– no parece tener fin.
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