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sábado, 27 de abril de 2024

Tortura, Abu Ghraib y el legado de la guerra de EE. UU. contra Irak

«El tiempo que pasé en Abu Ghraib acabó con mi vida. Ahora soy sólo medio ser humano». Eso es lo que Talib al-Majli, superviviente de Abu Ghraib, tenía que decir sobre los 16 meses que pasó en esa tristemente célebre prisión de Irak tras ser capturado y detenido por las tropas estadounidenses el 31 de octubre de 2003. Tras su liberación, al-Majli ha seguido padeciendo un sinfín de dificultades, entre ellas la imposibilidad de mantener un empleo debido a deficiencias físicas y mentales y una vida familiar que sigue siendo un caos.

Nunca se le acusó de delito alguno, lo cual no es precisamente sorprendente, dado que la Cruz Roja calcula que entre el 70% y el 90% de las personas detenidas en Irak tras la invasión estadounidense de 2003 no eran culpables de nada. Pero, al igual que otros supervivientes, su paso por Abu Ghraib sigue persiguiéndole, a pesar de que, casi 20 años después, la falta de justicia y de rendición de cuentas en Estados Unidos por los crímenes de guerra cometidos en esa prisión ha quedado relegada a un pasado lejano y se considera un capítulo cerrado hace mucho tiempo de la Guerra contra el Terror de este país.

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