Tres delincuentes huyen de la policía y quedan varados en un desierto. Como no pueden volver atrás ni seguir adelante, deciden fundar ahí mismo una ciudad dedicada al placer, al juego y la diversión. La llaman Mahagonny, “la ciudad trampa”, porque esperan –y consiguen—esquilmar a clientes e incautos. Este es el inicio de la obra Auge y caída de la ciudad de Mahagonny, obra musical y dura crítica al capitalismo que escribió Bertolt Brecht en 1930. Pero a algunos la idea no les pareció tan descabellada. Un año después se legalizó el juego en el estado de Nevada, en EE UU, y empezó el ascenso de la ciudad de Las Vegas, hasta entonces una pequeña población en el desierto donde repostaban agua los viajeros. Se construyeron lujosos casinos y hoteles. Corría el dinero (el negro, el limpio), no se pagaban impuestos, la prostitución era legal y divorciarse algo tan fácil como pedir un cóctel al borde de la piscina. Una década más tarde Las Vegas era considerada ya la capital mundial del entretenimiento.
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