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sexta-feira, 23 de agosto de 2013

Pessoa: Lisboa en las venas


Fernando Pessoa es una larga historia de heterónimos, una historia de huida, de refugio en esas identidades, Pessoa, que quiere decir personanadie, como si se hubiese negado a existir en tanto que unidad, erosionado en su interior, multiplicado y unido solo por ese gesto de escribir, desde Lisboa, la ciudad natal. Releyendo el Libro del desasosiego (Seix Barral 2008), siento no solo por su melancolía, su incapacidad de adaptarse al mundo, su padecer, Pessoa es único, si no porque desde el inicio renuncia a la permanencia, y acepta una discontinuidad inherente a la existencia, una contingencia resuelta en la frase, un verbo que se queda colgado en el vacío. Vacío de la vida, fragmentación del tiempo, Pessoa recrea con una intensidad una de las patologías más clásicas de la ciudad, la neurosis. Él siempre huyó del afuera, su personalidad, extremadamente porosa, no lograba trascender el espacio público para instalarse en él, lo inquietaba, le daba desasosiego.

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