La política exterior y estratégica de Biden contra China y Rusia es de alto riesgo para la estabilidad y paz mundiales, así como para el necesario consenso internacional ante la vasta grieta ecológico-climática gestada por la guerra del capitalismo contra la naturaleza.
Esta guerra exige una acción inmediata y un profundo cambio de rumbo sistémico que permita concentrar fuerzas sociales del interés público nacional e internacional contra un catastrófico deterioro ecológico y bioclimático vinculado a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes del accionar con fines de lucro de grandes corporaciones privadas de la energía y del transporte, empezando por el uso de combustibles fósiles, que entre otros GEI produce dióxido de carbono y metano.
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