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quinta-feira, 29 de janeiro de 2015

Kertész, un mago de las sombras


"Alguien comentó una vez que mis fotos parecían proceder más de los sueños que de la realidad". Será casualidad, pero la primera imagen conocida del fotógrafo húngaro André Kertész es la premonitoria Joven adormecido, de 1912, un juego de diagonales en el que un chico acodado en la mesa de un bar da una cabezada con la cara reposando en su mano. Con este retrato comienza la exposiciónAndré Kertész. El doble de una vida, en la Sala Municipal de Exposiciones de San Benito, en Valladolid. La comisaria Anne Morin subraya que las 140 pequeñas fotografías (17 en color) que integran la muestra es "un homenaje a un emblema del fotoperiodismo del siglo XX, alguien que no ha tenido un reconocimiento a la altura de su obra" y que influyó, entre otros, en su amigo Henri Cartier-Bresson ("inventemos lo que inventemos, Kertész siempre fue el pionero", dijo el francés).
Nacido en 1894 en Budapest, Kertész empezó como agente de Bolsa, pero pronto se inclinó por la imagen y compró su primera cámara en 1912. Llamado a filas por la I Guerra Mundial, combate en el ejército austrohúngaro. Llena su morral de placas de vidrio para retratar a los soldados, "pero sin mostrar las desgracias", señala Morin. "Hay una mirada tierna, incluso cándida", de los momentos distendidos. Una grave herida está a punto de paralizarle el brazo derecho y, un día, mientras está con otros convalecientes en el bordillo de una piscina remojando las piernas, observa el efecto de la luz en el agua y comienza a hacer fotos sin parar. De aquel experimento naceráNadador bajo el agua (1917), una de sus imágenes más conocidas.

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