Gaza y Tel Aviv están tan solo a 75 kilómetros de distancia. Comparten
la misma topografía arenosa y los mismos veranos levantinos
tremendamente calurosos. Pero las similitudes prácticamente terminan
ahí. Cualquier imagen nocturna del Mediterráneo oriental tomada por
satélite recientemente mostraría un fulgor incandescente sobre Tel Aviv y
unas débiles lucecitas al sur sobre Gaza.
Gaza atraviesa el tercer
mes consecutivo de restricciones externas a su ya débil suministro
eléctrico. Este enclave en el que viven dos millones de personas
necesitaría normalmente unos 450 megavatios (Mw) de electricidad al día.
Sin embargo, durante la mayor parte de la última década, y como
resultado del férreo bloqueo israelí, su suministro eléctrico ha
fluctuado en torno a los 200 Mw, lo que ha supuesto persistentes
apagones. Pero, según la organización israelí de derechos humanos Gisha,
durante los últimos meses el suministro eléctrico a Gaza ha oscilado
entre los 140 Mw y un mínimo histórico de 70 Mw, alargando los apagones y
el sufrimiento humano.
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