Desde cuando era candidato presidencial el magnate Donald Trump anunció
como uno de sus objetivos prioritarios el combate a los inmigrantes
latinoamericanos, para lo cual propuso terminar un muro de 3600
kilómetros de extensión para separar físicamente la frontera entre
Estados Unidos y México. En lo que va de su mandato presidencial, Trump
ha insistido en construir ese muro, lo cual no ha logrado por múltiples
inconvenientes internos. Pese a eso, no ha aflojado en su política de
criminalización de los migrantes que llegan o intentan llegar a los
Estados Unidos, quienes han sido sometidos a una feroz persecución y a
una campaña mediática de calumnia y matoneo. Y ese tenebroso individuo
ha sostenido su campaña racista porque ha descubierto que tiene una gran
rentabilidad política, máxime en momentos en que se acercan las
elecciones presidenciales, en las que el ricachón que ocupa la Casa
Blanca ya entró en campaña de reelección.
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