Decía Lula el pasado domingo 8 de enero, cuando aún las turbas extremistas de los revoltosos bolsonaristas seguían ocupando y destrozando las tres sedes del poder en Brasilia, que «nunca la izquierda tomó por asalto las sedes del Congreso, del Tribunal Supremo y de la Presidencia», ni siquiera cuando él mismo perdió, en circunstancias discutibles, varias elecciones presidenciales (1989, 1994, 1998), o cuando lo encarcelaron con falsos pretextos para impedir que se presentase a las elecciones de 2018…
Con esa declaración, el nuevo presidente de Brasil y líder máximo del Partido de los Trabajadores subrayaba el carácter disciplinado y democrático de las masas izquierdistas y, sobre todo, el sentido de responsabilidad de los líderes de la izquierda que, en sistemas democráticos, nunca llamaron a la legión de sus partidarios a tomar por asalto el poder.
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