La cueva de Eirós, en la aldea de Cancelo, en el municipio lucense de Triacastela, va camino no solo de ser la Atapuerca gallega, sino también la Altamira del noroeste peninsular, tras el descubrimiento de pinturas rupestres con motivos de animales. A la espera de la prueba del carbono, los expertos sitúan su elaboración hace 30.000 años, basándose en el estilo y la técnica empleada. Son las primeras pinturas rupestres halladas en Galicia.
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