La victoria de un cómico judío en las elecciones presidenciales de
Ucrania pone una rara nota de optimismo en esa parte del continente. Una
vez más el pueblo ucraniano ha dado una lección de vitalidad, sentido
común y rebeldía. Una lección democrática. Digo "una vez más" porque eso
ya ocurrió en 2014 con la larga y tenaz revuelta del Maidán.
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