Quise ir al valle de los Caídos para comprobar la verdadera dimensión de
esta obra de proporciones ciclópeas planificada por el generalísimo
Francisco Franco como homenaje a los caídos en la gloriosa cruzada
nacional.
En la garita del cuerpo de guardia del sagrado recinto me
atiende un funcionario que me reclama mi documentación. Le entrego mi
pasaporte colombiano y me devuelve un billete gratis pues a partir de
ciertas horas para los “hispanoamericanos y nacionales” la entrada es
libre. Está visto que la hispanidad como en la época de la dictadura es
un valor en alza. De lo contrario habría tenido que desembolsar 9 euros a
cuenta del Patrimonio Nacional (se recogen 2 millones de euros anuales
por este concepto) que se destina a su restauración y mantenimiento.
Porque el santísimo cadáver de su excelencia junto al del fundador de la
falange José Antonio Primo de Rivera se merecen los mejores cuidados y
atenciones.
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