El ataque a las refinerías de Aramco en Abqaiq y Khurais puso a la
guerra de Yemen, escondida hasta entonces de la opinión pública, en las
primeras páginas. Un pobre país con sus infraestructuras destruidas,
bombardeado durante más de cuatro años era capaz de golpear con éxito el
corazón productivo del país más rico y mejor armado de la región. Un
ataque, cuya organización costó unos cientos de miles de dólares,
infligía pérdidas millonarias a sus enemigos desestabilizando el mercado
mundial del petróleo. Los pobres podían derrotar a los ricos. Un dron
cuesta 15 mil dólares, mientras el precio de un misil-antimisil Patriot
que no funcionó es de entre 1 y 6 millones de dólares.
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