En 1976 el gran Chicho Ibáñez Serrador estrenó ¿Quién puede matar a un niño?,
una película de terror donde una joven pareja viaja a una isla
mediterránea que ha sucumbido a un terrible mal: los niños han asesinado
a los adultos. Mientras que en historias similares como El pueblo de los malditos
(1960) los pequeños homicidas tienen un origen paranormal, en la
producción española la furia infantil se achaca a los males del mundo y a
la inacción de las personas mayores, los críos han llegado para poner
orden, al precio que sea.
Viendo el airado discurso de Greta Thunberg
en la Cumbre de Acción Climática de la ONU se me hizo muy difícil no
pensar en la película de Ibáñez Serrador. La joven protagonista de toda
esta historia ha acaparado titulares, conversaciones en red y ha
eclipsado al resto de intervinientes, desde los jefes de Estado hasta
otros activistas, reafirmando la narrativa de que los niños han venido a
poner las cosas claras a los malvados adultos: dicotomías de cuento de
los Hermanos Grimm para un momento de audiencias hambrientas de
emociones fuertes.
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