Si sigue el conflicto bélico, las cosechas para el año que viene se van a ver comprometidas, y con ello el acceso a los alimentos de millones de seres humanos.
Hace unos días, en una charla de café con un gran amigo, seguidor de estas letras y físico de formación, me sugirió un aspecto del que solo se habla en ciertos ambientes, los problemas agrícolas y las hambrunas que se derivarán de esta maldita guerra. Me explicaba lo simples e ingenuos, por no decir ignorantes, que somos los economistas a la hora de, por ejemplo, abordar la transición energética o las consecuencias alimentarias de la guerra de Ucrania.
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