Una de las cosas que más me sorprende de las declaraciones de los principales dirigentes europeos, incluidos los españoles, es la minimización del impacto de la guerra de Ucrania y el sorprendente optimismo que desprenden sus palabras. Siguen poniendo en primer lugar la necesidad de una victoria militar, trasmiten seguridad y confianza en la misma al tiempo que aseguran que los problemas económicos se solucionarán sin dificultad y que es un precio a pagar por la defensa de la integridad territorial de Ucrania y el derecho internacional.
La realidad es que el derecho internacional y la soberanía nacional han saltado por los aíres numerosas veces en los últimos 20 años en el mundo pero las sanciones a los países agresores no eran ni mucho menos las que ahora se están aplicando. En la mayoría de los casos simplemente no han existido.
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