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domingo, 25 de dezembro de 2016

Inundar el mundo de petróleo

La administración Trump, hoy en formación, es una mezcolanza de generales y multimillonarios; en el caso del probable nuevo secretario de Defensa, el general de la infantería de marina retirado James “Mad Dog” Mattis, incluso los hombres de armas parecen haber hecho algo más que algunos dólares en estos últimos años. Por ejemplo, una vez retirado, Mattis, accedió al directorio de General Dynamics, el gigante de la industria armamentista, como uno de los 13 “directores independientes”, que según se sabe acumulan por lo menos 900.000 dólares en acciones de la empresa y otros 600.000 en metálico de disposición inmediata.
Así es, y todavía hay un requisito más para ser admitido en la administración Trump: el civil designado debe estar preparado para demoler el sistema con que él o ella se encuentre. Betsy DeVos, la favorecida por el presidente electo para la secretaría de Educación, quiere hacer pedazos la educación pública; Tom Price, el futuro secretario de Salud y Servicios Humanos, está impaciente por desmantelar el Obamacare y el Medicare; Scott Pruitt, que ha sido propuesto para dirigir la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), parece desear el despedazamiento total de esa Agencia; y el candidato a la nueva secretaría de “Trabajo” (es verdad que esto hay que ponerlo entre comillas), el CEO de la comida rápida Andy Puzder, está contra el aumento del salario mínimo y piensa que la automatización del puesto de trabajo es una ventaja total, ya que las máquinas no se toman vacaciones y nunca llegan tarde.
Seamos realistas; el gobierno más extremista de los últimos tiempos va a ser un clásico de la demolición. Imaginemos una administración Reagan de los ochenta del siglo pasado que ha tomado esteroides para coger músculo, y no olvidemos que Donald Trump será el presidente de un país mucho más frágil que el que gobernaron Ronald Reagan y sus compinches. Las cosas podrían empezar a desmoronarse para el estadounidense de a pie. Por ejemplo, se espera que el nuevo Congreso republicano apruebe rápidamente la prometida versión “revocar y demorar” de la obliteración del Obamacare, borrando oficialmente ese programa de los libros e incluso aplazando su implementación y facilitando la entrada de lo que sea para reemplazarlo hasta que lleguen las elecciones de 2018. Sin embargo, en el ínterin, el resultado podría ser una especie de mercado de atención sanitaria tipo “zombi” desde el cual se espera que salten las compañías de seguros, con la posibilidad de que un número importante de los 20 millones de estadounidenses que accedieron por primera vez a una cobertura médica –vía Obamacare– se quedarían con las manos vacías. 

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