El sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos desplegado en Europa
es una de las principales manzanas de la discordia entre Moscú y
Washington de los últimos veinte años. Su despliegue en Asia, acelerado
por la crisis de Corea del Norte, también es probable que deteriore las
relaciones entre Pekín y Washington.
La historia del escudo
antimisiles fue una de las principales preocupaciones de la Guerra Fría.
En la década de 1960, la Unión Soviética, preocupado por la
superioridad nuclear de los Estados Unidos, comenzó a desplegar un
sistema de misiles para protegerse de un posible ataque de Estados
Unidos. Los Estados Unidos, mediante un programa similar, "sólo"
siguieron el esfuerzo soviético. Muy rápidamente, los dos protagonistas
se dieron cuenta de los riesgos de tal carrera, tanto ofensivos como
defensivos.
Esta carrera sin fin agotó a sus participantes, que
deseaban superar a la otra parte de forma permanente, sin saber muy bien
sus propias limitaciones. En los relativo a las armas ofensivas
(misiles), fue una competición larga de la que conocemos la línea de
salida, pero no la de llegada. Para las armas defensivas (los misiles
antimisiles), sólo ofrece una ilusión de invencibilidad: la búsqueda de
la seguridad absoluta solo acarrea la inseguridad absoluta, como
diagnosticó correctamente Henry Kissinger.
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