EL año pasado acordé llevar a cabo una misión de investigación para la
agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR, sobre la
violencia sexual contra hombres y niños en la crisis siria. Sabíamos que
muchas mujeres y niñas estaban siendo blanco de violaciones y otros
actos de violencia sexual, pero no sabíamos mucho sobre lo que les
estaba sucediendo a hombres y niños. Basándome en algunos informes
existentes, asumí que algunos niños estaban siendo víctimas, así como
algunos hombres en centros de detención, pero que la violencia sexual
contra hombres no era común. Me preocupaba que algunos refugiados
hubiesen oído algunos reportes y que de todos modos no me hablaran sobre
un tema tan tabú. No podría haber estado más equivocada.
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