El ascenso imparable de los contagios y fallecimientos a consecuencia de la covid-19 y la propagación nacional de la dos veces más contagiosa variante P.1 del virus, han colocado a Brasil en una situación trágica.
El gigante pasó de 1.074 muertes diarias el 13 de febrero a 1910 el 4 de marzo, a 3258 ayer, 20 días después, y contando. Con más de 12 millones de contagios y 298 mil 676 fallecidos hasta que escribo, es solo superado en este indicador por Estados Unidos, con casi 123 millones de habitantes más. La tragedia fue vaticinada a fines de enero por el médico Enrique Mandetta, ex ministro de salud echado por el presidente Jair Bolsonaro debido a su promoción de las medidas de bioseguridad, contrapuestas a la agenda política del ex militar vísperas de las elecciones municipales.
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