Basta ya de utilizar una nefasta doble vara de medir. Yemen está ahí y se nos muere lentamente. Su conflicto bélico de naturaleza, inicialmente configurado, como una guerra civil; se ha internacionalizado. Sus aristas peligrosas y criminales son religiosas, políticas, geoestratégicas, todas ellas claras y nítidas para los Estados en conflicto y para la Comunidad Internacional.
La guerra asola ese territorio desde 2014, siete años angustiosos que han provocado un desastre humanitario feroz y desastroso, para muchísimas víctimas civiles y militares.
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