Lamentablemente la guerra no tiene mala prensa. Los maestros pensadores no es raro que la justifiquen, o incluso alaben, como inevitable, partera de la historia o yunque en el que se forjan las naciones, y de ahí llega a las masas un espíritu de aceptación difícil de contrarrestar.
Del otro lado, el pacifismo radical tiene también sus sabios y sus doctrinas, de Buda a Gandhi, pero se revela dolorosa y manifiestamente impotente contra la furia desatada de un Gengis Kan o un Hitler.
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