A medida que la Franja de Gaza se ve sometida los bombardeos más intensos de la historia de un Oriente Próximo ya de por sí plagado de conflictos, y que el ejército israelí perpetra a diario asesinatos masivos de civiles palestinos, aumenta la creencia de que existe un nivel de muerte, destrucción y sufrimiento a partir del cual los gobiernos occidentales cesarán o reducirán significativamente su participación en la guerra de Israel contra la Franja de Gaza, así como el apoyo a sus acciones.
Sin embargo, esta suposición refleja una incomprensión básica del modo en que dichos gobiernos formulan su política. Hasta ahora Israel ha sometido a la Franja de Gaza a un asedio completo, privando a la sociedad entera de todos los suministros esenciales excepto el oxígeno; ha arrasado pueblos y barrios completos hasta los cimientos; y en el espacio de un mes ha matado a más de 10.000 personas y herido probablemente al triple de esa cifra, más de una tercera parte de ellos niños.
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