Con humildad y honestidad afirmo que mi título es definitorio de la
realidad cultural, social y política de la Cuba de hoy. Es la lectura
exacta de la ampliamente mayoritaria y espontánea manifestación de duelo
y reafirmación revolucionaria que conmueve a la isla desde el 25 de
noviembre. Fidel está en la mente, el corazón y el proyecto nacional de
millones de cubanos. Pero hemos descubierto que está de un modo muy
especial en los de esos jóvenes de quienes emanó el clamoroso Yo soy
Fidel en el acto de homenaje al comandante en jefe celebrado en la Plaza
de la Revolución, extendido a millones de voces en todo el país y
rápidamente en América Latina y el Caribe.
Raúl Garcés, decano de
la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y testigo
del hecho, razonó que esos jóvenes nacieron en los años más duros del
Período Especial. No vivieron la etapa de relativo confort anterior a la
extinción de la URSS, sino una de escasez y carencias cuando el PIB
cayó 34 por ciento al quedar Cuba de un día para otro sin fuentes de
financiamiento, ni de tecnología, ni mercados y recrudecerse severamente
el bloqueo de Estados Unidos, que aún permanece. Según Garcés, esas
muchachas y muchachos estaban en primaria o secundaria cuando el jefe de
la revolución dejó todos sus cargos y no tuvieron la oportunidad de
vivir la intensa relación con el pueblo que practicaba. Lo fascinante es
desentrañar la fuerte conexión con Fidel y el reclamo de un sitio en la
primera línea de combate de ésa y de la generación anterior, también
azotada por los embates de entonces
Por eso es más despreciable
el espectáculo celebratorio de la calle 8 de Miami. Del aproximadamente
millón y medio de cubanos que viven en la ciudad, poquísimos se dieron
por enterados de la convocatoria. Pero la jauría mediática, tan celosa
de la objetividad, no cesaba de mostrar imágenes de la otra realidad.
Pretendían comparar el esmirriado y vulgar sainete miamense con la
masiva demostración de duelo y energía revolucionaria desencadenada en
Cuba desde que el presidente Raúl Castro diera a conocer el
fallecimiento de Fidel la noche del 25 de noviembre, justo el día del 60
aniversario de la partida del yate Granma hacia Cuba, desde Tuxpan,
México.
El comandante se dio el lujo hasta de predecir los 90
años que iba a vivir. Así se los había anunciado al presidente de
Venezuela Nicolás Maduro y a su homólogo boliviano Evo Morales en la
fecha de su 89 cumpleaños, reveló el primero, para añadirles,
ahora les toca a ustedes. Quiso el azar que fuera inhumado el día de Santa Bárbara (Changó, un dios principal del credo afrocubano), sagrado para una apreciable proporción de cubanos dentro y fuera de la isla.
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