En los últimos tiempos, y probablemente desde el establecimiento del
sufragio universal, los presidentes electos han violado o roto
sistemáticamente sus promesas al electorado.
Este artículo empieza
recordando las promesas del presidente saliente, Barack Obama y del
presidente electo, Donald Trump. Luego examinaremos las razones por las
cuales la retórica populista y las promesas de paz y democracia que
siempre se escuchan en las campañas se abandonan en cuanto el ganador
nombra los miembros de su gabinete, comprometidos con políticas dictadas
por las élites, militaristas y autoritarias, muy lejos de las
expectativas de los electores.
Obama: Estilo y sustancia
Barack Obama, como todos los demagogos, prometió a los votantes
estadounidenses que pondría fin a la ocupación militar de Irak, cerraría
el campo de concentración de Guantánamo, acabaría con la tortura y el
secretismo, defendería las libertades civiles, protegería a los
poseedores de hipotecas estafados por los banqueros de Wall Street,
aprobaría una verdadera reforma de la sanidad y elaboraría un
procedimiento para que los trabajadores inmigrantes indocumentados y sus
familias pudieran acceder a la ciudadanía.
Por encima de todo,
Obama promocionó la idea de que era “el histórico presidente
afroamericano” encargado de la tarea de cumplir las promesas de la
revolución de los derechos civiles. Obama se dirigió a los activistas de
los derechos humanos y civiles y les prometió poner fin a la violencia
racial y la desigualdad. Prometió acabar con las violaciones de las
libertades individuales por parte del Estado.
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