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sábado, 10 de dezembro de 2016

Mujeres en movimiento

Decir que las mujeres, con sus   hijos e hijas, son el corazón de las resistencias, es tan cierto como insuficiente. Hace falta convivir en la cotidianeidad de los abajos para comprobar los tremendos cambios que se registraron en apenas una década y media, desde el ciclo de luchas anterior (entre finales de los 90 y comienzos de la década de 2000, en Sudamérica) hasta las renovadas luchas de estos años.
En el movimiento piquetero argentino, entre 1997 y 2002 aproximadamente, las organizaciones tenían mayoría de mujeres, un 55-60 por ciento de quienes acudían a las asambleas. Las razones que encontramos en aquellos momentos son que ellas tomaron en sus manos la alimentación de sus hijos, mientras los varones estaban deprimidos, porque la desocupación les imposibilitaba seguir siendo los proveedores de sus familias y, por lo tanto, perdieron el papel central que habían tenido.
En los movimientos de las periferias urbanas actuales, el porcentaje de mujeres siguió creciendo. En un reciente intercambio con un movimiento territorial en Córdoba, en Barranca de Yaco, periferia muy pobre de la ciudad, comprobamos que son mujeres más de 90 por ciento de quienes asisten a las asambleas. Además de la asamblea semanal, a la que acuden unas 90 personas, el movimiento puso en pie una asamblea quincenal de mujeres, lo que revela que la participación femenina empieza a modificar las relaciones entre géneros y no está sólo volcada a conseguir alimentos.
Ellas son mayoría también en los grupos de trabajo en las huertas y en la albañilería, por lo que desbordan el involucramiento tradicional en espacios como los comedores y las meriendas de los chicos. El papel de las mujeres ha cambiado no sólo en la cantidad de mujeres involucradas, sino también en la calidad de los trabajos que hacen.
Lo más sorprendente fue conocer un pequeño pueblo del norte de Córdoba, Sebastián Elcano, de apenas 2 mil 500 habitantes rodeados de cultivos de soya a 180 kilómetros de la capital. En el pueblo hubo varios feminicidios, el último hace apenas un mes. Las mujeres se concentraron en repudio del asesinato, convocadas por la Federación de Organizaciones de Base (FOB). La mayoría de las movilizadas acuden semanalmente a las asambleas del movimiento.
Por lo menos dos mujeres del pueblo acudieron a los últimos Encuentros Nacionales de Mujeres, en Mar de Plata en 2015 y en Rosario este año, y unas cuantas compañeras viajan tres horas hasta Córdoba para las marchas del Ni una menos. El movimiento de mujeres impacta incluso en pequeños pueblos rurales, donde el poder de los caciques y de la policía es muy fuerte aún.

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