Pensemos la globalización como si fuera un juego. Cada jugador
comienza con una determinada dotación de recursos y termina con otra
distinta, y por lo tanto durante la partida puede haber ganadores y
perdedores. Nos vamos a concentrar en tres jugadores. Por un lado está
el jugador llamado «trabajador urbano chino», que comienza con 5 euros. A
otro jugador le llamaremos «superrico mundial» y comenzará el juego con
100 euros. Y al tercer jugador le llamaremos «clases populares
occidentales», y comenzará con 10 euros. Al cabo de veinte años finaliza
el juego y se hace recuento. Ahora el «trabajador urbano chino» tiene 9
euros, lo que no está nada mal porque es un 80% más de lo que tenía de
partida. Sin embargo, el «superrico» ha ganado mucho más y tiene ahora
165 euros, pero eso significa «sólo» un crecimiento del 65% sobre sus
recursos iniciales. Finalmente, el jugador «clase media occidental»
tiene ahora 10 euros, esto es, lo mismo que al comienzo.
Los datos
de este juego no han sido inventados sino que forman parte del último
trabajo de Branko Milanovic, especialista en desigualdad económica e
investigador principal de ese área en las Naciones Unidas y el Banco
Mundial. En efecto, lo que este trabajo proporciona es información
empírica a favor de una hipótesis con la que trabajábamos desde hace
décadas. A saber, que la globalización ha producido ganadores y
perdedores que se distribuyen a lo largo del mundo del siguiente modo.
Por
un lado, aunque los superricos son una minoría (el 5% más rico) pero
son los que más se han beneficiado en términos absolutos del proceso (de
cada 100 dólares de nuevos ingresos entre 1988 y 2008 se han llevado
44). Los superricos están fundamentalmente en Estados Unidos, pero
también en Europa Occidental, Japón y Oceanía. Milanovic los llama
plutócratas globales. En el gráfico de más abajo ocupan el punto «C».
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