Los enormes incendios que se han producido en la Amazonía brasileña, así
como la de otros países de la región, como Bolivia, han capturado la
atención global y avivado la discusión sobre el problema de fondo que
sufre esta muy sensible eco-región.
Es cierto que en la Amazonía hay
temporadas de incendios, primordialmente entre los meses de julio y
septiembre (aunque pueden continuar hasta noviembre), cuando llegan los
períodos secos. También es cierto que se han registrado incendios en
amplias áreas de otras partes de Suramérica (incluyendo Venezuela), y
que estos no han tenido la misma repercusión mediática. Pero, al menos
desde lo que se ha registrado oficialmente, estamos ante el incremento
de un 85% de estos eventos en territorio amazónico en relación al año
pasado, según el Instituto Nacional de Investigación del Espacio de
Brasil (INPE), y se han quemado extensiones a tasas record desde que se
comenzaran los registros en 2013. En la Chiquitanía boliviana, en el
departamento de Santa Cruz, ya son cerca de 500 mil hectáreas que se han
incendiado.
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