La frontera entre Estados Unidos y México tiene más de 3.000 kilómetros de extensión con un muro que bordea más de mil kilómetros y que hace unos años fue la promesa de campaña del expresidente estadounidense Donald Trump. Al oeste de la frontera, el desierto de Sonora, y al este, el río Bravo (o río Grande en Texas), marcan el paisaje de una frontera considerada mortífera.
Mortífera por las condiciones climáticas, accidentes de tránsito, por la violencia a la que están expuestos los y las migrantes, y por las políticas migratorias aplicadas tanto por Joe Biden en Estados Unidos como por Andrés Manuel López Obrador en México.
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