El país se encuentra jaqueado en todas sus fronteras, e incluso más allá de ellas, mientras observa con profunda preocupación cómo Israel ha arriado a casi dos millones de gazatíes, a fuerza bombardeos y asesinatos en masas de las Fuerzas de “Defensa” de Israel (FDI), contra el paso de Rafah, dejándoles como únicas opciones atravesar la frontera hacia Egipto, saltar al mar o que, por fin, un misil los lleve hasta Alá.
El presidente Abdel Fattah al-Sisi no cuenta con recursos, ni voluntad, para hacerse cargo del genocidio sionista en curso del que ya se ha enterado el mundo y que no se detendrá hasta cumplir el último deseo, por ahora, del nazi Benjamín Netanyahu: borrar todo vestigio palestino de las tierras Palestinas y acabar con esa molestia.
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