Se echan encima las elecciones de Venezuela y eso significa competencia para Flix y su revolución robótica. Sólo la cartelería de Hugo Chávez y Henrique Capriles puede arrebatarle al artista urbano más popular del país parte del espacio donde interviene desde hace siete años. Una ejecutoria de naturaleza eminentemente ensoñadora -pero no exenta de carga crítica- que vista desde fuera diluye la imagen de Caracas como simple póster del líder bolivariano.
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