La dramática serie de atentados de París tiene lugar en
 la fase de los Imperios Combatientes. El concepto designa lo que ha 
venido después de la guerra fría, aquél conflicto Este-Oeste que 
creíamos lo peor posible. Su eje central es la tensión entre la tríada 
occidental, que incluye a Japón además de los Estados Unidos y la UE, y 
los llamados BRICs, las potencias emergentes.
Esto de ahora es 
peor porque es mayor. No implica solo a dos imperios del Norte, con sus 
respectivos vasallos del Sur como comparsas, sino que afecta a más 
centros y geográficamente más dispersos. También es mayor el número de 
esos centros en posesión de armas de destrucción masiva. Ya no son solo 
aquellos dos viejos conocidos con uno de ellos, Estados Unidos, 
inventando nuevas tecnologías militares (el submarino y la aviación 
estratégicos, los misiles intercontinentales y sus sucesivos desarrollos
 con múltiples cabezas, los misiles nucleares tácticos de crucero, la 
militarización del espacio) y el otro, la URSS, poniéndose al día 
siempre por detrás y con la lengua afuera a costa de la penuria de su 
población. Ahora la dialéctica deviene multiplicación. Es peor, también 
porque el cambio de la fase bipolar a la actual multipolar facilita 
disparates.
Los catorce años de la llamada “guerra contra el 
terror” han sido un enorme desastre. El intento de alterar el estado de 
cosas en Oriente Medio comenzó en 1990, en el mismo momento en que Moscú
 comunicó a Washington que se retiraba del campo de batalla y que el 
Pentágono creyó que podría en solitario con el peso del mundo. El 
atentado neoyorkino que la inauguró y pretextó era un claro subproducto 
de la guerra fría. Bin Laden era resultado de la cocina contra la URSS 
en Afganistán, un producto que adquirió vida propia. Esos catorce años 
produjeron más de un millón de muertos, extendieron el terrorismo y la 
violencia, crearon millones de refugiados y desplazados, y 
desestabilizaron aún más, o simplemente disolvieron países enteros. El 
Estado Islámico nace de diversas fuentes, pero su partida de nacimiento 
es incomprensible sin atender al hecho central: que Estados enteros 
como, Afganistán, Iraq, Libia y Siria, han sido disueltos y que todos 
ellos están situados en, o alrededor de, la primera zona energética del 
mundo en una época en la que el carácter limitado de esos recursos 
convierte la disputa por ellos en asunto particularmente crucial de la 
disputa entre imperios.
Sem comentários:
Enviar um comentário