El 21 de enero de 2017, sólo un día después de que Donald Trump jurase como presidente de Estados Unidos, la Marcha de Mujeres en
Washington reunió a cerca de medio millón de indignadas por su
elección. Fue la protesta más multitudinaria de la historia reciente de
un Estados Unidos que llegaba tarde al funeral global en el que
la extrema derecha de mil disfraces está enterrando desde hace cuatro
décadas las conquistas económicas, políticas y sociales de los pueblos, desde Oriente Próximo hasta Europa Oriental y Occidental: primero fue a por las mujeres, con la complicidad de la milenaria estructura patriarcal de las sociedades, para luego ir a por la otra mitad.
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