No me enteré de que mi madre y Anne Frank habían sido amigas en la infancia hasta que, estando en séptimo curso, lleve el Diario de Anne Frank a casa. Aquél día mi madre me enseñó una fotografía en la que estaba con su prima y Anne y Margot Frank.
Fue una mirada excepcional al pasado de mi madre. Ella nunca hablaba de su infancia en Alemania y en la Holanda ocupada, de la guerra, de vivir escondidos o del Holocausto. Se negaba a hablar alemán incluso con nosotros, sus dos hijos.
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