Por lo general suele asumirse que cada Estado tiene una forma particular de gobierno –ya sea liberal, fascista o autoritario– que se aplica en todo el país. Así, a menudo oímos expresiones como “las democracias liberales de Occidente”, o “las antiguas dictaduras de América Latina”. Esta geografía de gobiernos se relaciona con una cronología política que permite que un gobierno pueda cambiar de una forma a otra, lo que explica la prevalencia de expresiones como “el retorno de la democracia”, o “el resurgir del fascismo”. Por tanto, el paradigma dominante para comprender la relación entre estados y gobierno puede resumirse en un principio fundamental: cada Estado, si no está en medio de una guerra civil, solo tiene una forma de gobierno en un momento dado, que rige sobre todo el territorio y toda la población.
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