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terça-feira, 6 de dezembro de 2016

El “No” a Renzi que preocupa en Europa

La ya histórica disputa sobre las formas de la representación institucional en Italia se llevó puesto a un nuevo primer ministro, Matteo Renzi, ampliando así el clima de incertidumbre política en toda Europa. Ni la victoria del candidato del Partido Verde austríaco, Van der Bellen, frente al de la extrema derecha xenófoba en las elecciones presidenciales de ese país, pudo morigerar la decepción del establishment europeo frente a la derrota de Renzi. Se trata de un claro avance de los sectores “euro-escépticos” italianos. Una más.
El referéndum
El primer ministro Matteo Renzi asumió su cargo en 2014 sin haber sido elegido por nadie. En las elecciones de 2013, el ganador fue su compañero del Partido Democrático, Pierluigi Bersani, quien tras haberle ganado la interna en 2012 y destronado a los seguidores del derechista Silvio Berlusconi del poder, se hizo cargo del gobierno.
Pero el sistema institucional italiano, plagado de organismos de control y métodos de contrapeso institucional, le requirió a Bersani un apoyo político amplio que nunca logró, y debió renunciar. Renzi, joven jefe del partido más votado en 2013, asumió la jefatura del gobierno tras una serie de artilugios políticos, con el apoyo de los delfines de Berlusconi, y la promesa explícita de reformar todo el sistema que permitía que gente como él llegara a gobernar sin haberse sometido a la elección popular.
Esa propuesta, postergada durante meses y aprobada en el Parlamento recién en abril de este año, fue la principal carta política del gobierno Renzi. Ésta consistía en reformar algunos artículos de la constitución para reducir los miembros y el poder del Senado y otras instituciones consagradas en la Carta Magna de 1946. El objetivo era claro, evitar las crisis de gobierno que llevaron a Italia a cambiar su ejecutivo una vez cada dos años en promedio desde los años 50.
La reforma constitucional fue presentada al electorado italiano en los últimos meses como la solución a todos los problemas, económicos y políticos que el país vivió en las últimas décadas. Hasta la Asociación Nacional de Partisanos, combatientes antifascistas de la Segunda Guerra Mundial, se opusieron con fervor a la propuesta de este joven líder que se presentaba como la renovación de la centro izquierda a pesar de su pasado en la Democracia Cristiana. El progresismo y la izquierda bocharon de entrada la reforma, por la quita en derechos de representación y el ajuste a la participación del Estado en la economía que suponía. La derecha vio en la campaña por el “No” la posibilidad de acumular políticamente con su discurso anti-establishment, muy de moda por estos tiempos. Y ganaron, provocando en los hechos la renuncia de Renzi.

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