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sábado, 9 de março de 2019

Las empleadas de hogar se organizan a nivel nacional para reclamar sus derechos

 Con 62 años, María se quedó sin trabajo. La muerte de la persona a la que había cuidado durante los últimos 12 años, la dejó en la calle en pocos días, sin derecho a cobrar subsidio de desempleo y sin indemnización. Tras negociar con sus empleadores consiguió que le pagaran 1.000 euros en concepto de finiquito. No fue un trámite judicial, que hubiera llevado tiempo y mucho esfuerzo para conseguir tal vez un puñado más de euros. A pesar de tener la nacionalidad española y trabajar durante años en nuestro país, tampoco cotizó lo suficiente como para tener una pensión de jubilación. Hace unos días volvió a su Ecuador natal con una mano delante y otra detrás. María no es su nombre real, pero su historia es muy similar a la de miles de mujeres que en nuestro país se emplean como trabajadoras del hogar.

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